Hoy soy director ejecutivo comercial y de marketing del Grupo Omint en Brasil, lidero un equipo maravilloso que enfrenta una montaña por día. Tengo siempre en mi mente: soy un líder, no un jefe. Busco estar a su lado en cada jornada, compartiendo conocimiento y entendiendo sus necesidades. Las experiencias y la disciplina del deporte me ayudan mucho en la oficina.

Realicé un sueño , pero eso no quiere decir que me creo mejor que los otros. Nada de lo que conquisté valdría la pena sino mantuviese la educación y el carácter que recibí de mis padres. Ayudo, converso, me relaciono de la misma manera con todos, siempre con una sonrisa en el rostro y una buena idea para intercambiar.  

Le debo todo al deporte, ya dije eso varias veces. Entrar al campo de voleibol me sacó de lugares que ni me gusta pensar. Qué fantástico que era la época de ACM (Asociación cristiana de muchachos). Hasta hoy un golpe de arriba en la pared o un ataque y defensa, me da nostalgia de aquel tiempo. El voleibol siempre va a tener un lugar especial en mi corazón. Termino todas mis carreras como si estuviese subiendo por bloqueo en homenaje a lo que representó el voleibol en mi vida. Pero no tengo como negarlo, el ultramaratón es mi pasión.

La carrera entró en mi vida como un puro hobby en 2005. Poco a poco las pequeñas carreras le dieron lugar a las grandes. Las calles se transformaron en caminos. Las ganas de vencer cambiaron de categoría mi nivel técnico. El Hobby se transformó en algo serio y como todo en mi vida, quería estar entre los grandes, desafiando las más imponentes montañas y paisajes.

En 2009, en el “Cruce de los Andes” escribí el primer capítulo de esta historia de amor.

Ni había cruzado la línea de llegada y ya sabía que ese era mi lugar. Corriendo con los pies llenos de barro en el medio de un paisaje de perder el aliento.

Viví muchas aventuras en el deporte, hice muchos amigos entre carreras y entrenamientos, representé los colores de mi país y lo más importante de todo: confirmé el pensamiento que retrata todas mis acciones: con determinación y enfoque, un hombre cualquiera puede conquistar todo lo que quiera.

4:50 de la matina suena mi despertador. Entreno para calentar los motores y cumplir con mis funciones en Omint de la mejor forma posible. Después del día de trabajo hago más un turno de entrenamiento. Un aeróbico suave o una sesión de musculación y estiramiento. Tengo una rutina ordenada, pero eso no me saca mi tiempo para relajar. Es hora de tocar y degustar. Música y vino. Como me gustan estas dos cosas. Canto, sin miedo de ser feliz. Sé que canto mal, pero siempre con sentimiento y una copita de vino blanco en la mano.  

Paso mucho tiempo con mis hijas, Becca y Valen. Cuando estoy con ellas, ejerzo mi mayor función. Ser papá. Las ayudo en las tareas de la escuela, las beso, abrazo, y no veo la hora de compartir los caminos con las dos.

Mi vida es eso, mucho entrenamiento y trabajo, pero sin dejar de hacer lo que más me gusta con las personas que más amo.